10/08/2007

Fantasma compañero

Ya van 30 años que me hago acompañar por mis fantasmas. Tengo de todos los tipos. O mejor dicho, el que tengo es total y absolutamente multifacético. Puede cobrar vida en el mejor de los vendedores de pomada existentes, esos como los que aparecen en los infomerciales (remember Didi Seven?) que son capaces de vender el producto más inútil jamás creado a tipos que dudosamente cuentan con la plata para gastar en esas huevadas. También tengo de aquellos que en el momento en que se necesita un empujón, te agarran de la camisa. A veces bien, a veces mal. Incluso se me aparecen en una parada más esquizoide, y ni siquiera queda claro cual de las manos tomar.
Parece caricatura, pero es la más pura verdad. No hago nada sin consultar a mis fantasmas. O bien, podría ser más drástico y decir que finalmente mis fantasmas me dominan.
Esto no es más que una forma de decir que en muchas de las decisiones en las que me veo, me cuesta a veces mucho poder tirarme a la piscina sin pensar demasiado en lo que está antes, pero mucho peor, lo que puede venir después. Como verán, lo que venga después siempre será un libro abierto, que por más que quiera, trate o me desespere, va a pasar igual, y está bastante más alejado del alcance de mis dedos de lo que me gustaría.
Mi psicóloga me ayudó bastante en reconocer esto y también en aprender a dejarlo pasar. No me resulta fácil, pero al menos a veces la dejo pasar.
No es fácil. Son años de entrenamiento y de intenso diálogo con mis acompañantes como para dejarlo de un día para otro. A veces es más intenso, a veces más autoflagelante, a veces no me importa.
No todo es negativo, cuidado. La reflexión es parte de mi vida, y gracias a esto es que he llegado hasta acá con estas manos y estos pies. En todo caso, es mejor fantasma conocido que por conocer...

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