10/19/2007

The Bow


La semana pasada fui al cine. Debo decir que esto no es de por sí una noticia ni algo especial que amerite escribir al respecto.
El asunto es que se fue armando una idea distinta, y la experiencia se fue alimentando desde antes, más que nada por mezcla de ansiedad y expectativas. La película que fui a ver se llama El Arco, y está muy buena. Las referencias que tenía eran que había un viejo, una niña y un arco. Con eso no me faltó mucho para embarcarme, lo que en este caso puede ser también una metáfora de la película. Pensé que con eso era más que suficiente para llegar hasta la butaca. Y no me equivoqué.
Estaba ante la profunda necesidad de ver y sentir una historia sin adornos, simple, mínima, sólo como los orientales pueden lograrlo. Bella, seguramente, con esos clásicos encuadres que suelen mostrar, una puesta en escena fina, sin excesos, con las imágenes justas, los planos que quitan el aliento, la luz precisa. Todo esto sin contar la historia.
La película es de Kim Ki-duk, el director coreano, y da la impresión de que es completamente suya, por la forma como la cuenta. Es realmente conmovedora y mágica. Pocas palabras, imágenes que no dejan espacio para líneas ni para la música. Detalles mínimos que arman una historia contenida en actuaciones limpias, puras y muy intensas. Hay mucho en las miradas, en los gestos, en los suspiros y jadeos, en los secretos, en las noches.
Me sorprendió entonces una bella historia de amor y magia, de amor incondicional y bruto, básico, sin mucha profundidad. De grandes simbolismos, de viajes propios y ajenos. La idea no es contar la película. Quizás algunos la puedan encontrar lenta o aburrida, pero para otros, seguro que no pasará desapercibida.
Yo me ubico en el segundo grupo. La verdad, es que mis expectativas fueron satisfechas. Me fui del cine tal cual como me había imaginado que iba a ocurrir. Podrán decir que mis expectativas venían de antes, pero da lo mismo. Me encantaría poder hacer maravillas con pocos elementos, como hace Ki-duk. Te lleva lejos con lo mínimo.
Me recuerda a otras de sus películas, Hierro 3, donde sigue la misma línea. El hierro 3, en el golf, es el palo que menos se usa. Es más, casi todos los otros palos tienen un uso específico (pegar largo, salir de la arena, etc.), pero el hierro 3 no se sabe exactamente para que se usa... Esto, como metáfora me parece simplemente notable.
Me quedo entonces con la imagen de lo simple, a veces de lo exacto, como todo lo necesario para llenar los los inicios y los vacíos de una bella historia. Es justo lo que quería ver.

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