1/23/2008

Polvo



A veces el lugar acompaña una suerte de proliferación de ideas aleatorias, sin mucho rumbo ni menos intenciones. El aire es más pesado, mejor dicho, es más presente, más activo, más irrespetuoso. Toca la puerta, se sienta y se queda. No importa que nadie lo invite.
Los efectos del lugar siempre serán una incógnita, pero claramente uno se relaciona de diferentes maneras con su ambiente. Por mí, prefiero este aire así, con humedad, más pesado. Estoy en Arica, o al menos, estuve allá hace unos días, pero mi mente me lleva de nuevo.
No es una ciudad bella, para nada. Esperaba algo distinto. Los cerros se caen encima, pero no traen mucho para entregar.
Lo mejor que tiene Arica, y acá me tendrán que disculpar los nacionalistas, es que está al lado de Tacna. Esto por varias razones, pero si digo que en tacna hay Malta Cusqueña, creo que eso ya vale para que no me maten por decir esto.
En un viaje de trabajo, en un par de horas libres que me quedaron, me escapé en un taxi con Candonga, conducido por el hermano de Titan Do Nascimento, en un auto igual al que salía en la foto del clinic (se te extraña Don Titán...)
Salida a la ruta, el motor rugiendo, o más bien, tosiendo, el apetito ya se empieza a abrir, pensando en la posibilidad de poder volver a soborear una malta cusqueña...
Me gusta el desierto, siempre me ha parecido intrigante la inmensidad con la que se muestra, la tremenda calma que tiene, pero también, la fuerza que muestra, sólo con su presencia.
Llegamos con poco tiempo, así que había que buscar pronto el lugar de los hechos. Nos recomendaron en uno, pero llegamos y estaba cerrado, así que partimos a buscar otro por ahí. Llegamos a un restaurant llamado Mochica, en Bolognesi, la carta tenía fotos, por lo que se sobreentiende que ahí nos quedamos. Sentir nuevamente el sabor de la malta me transportó en el tiempo, que placer más grande, y más grandes aún los recuerdos de Cusco.
El cebiche estaba de película, la jalea también. El pulpo ni hablar (una mención aparte, que manera de quedarles bien el pulpo a los peruanos, a mí me queda como chicle...). Candonga pidió una sopa de mariscos increíble también. Fue un gran banquete, un placer total perdido al medio del desierto. Terminamos de comer, dimos una vuelta y en ruta nuevamente, así de rápido todo, todavía con el sabor de la comida encima. Candonga, de hecho, se fue chupando los dedos en el camino...



El chofer de la vuelta era de otro estilo. El auto también, era más nuevecito y tenía radio con cd. El amigo iba escuchando Grupo 5. No sólo escuchaba, se pegaba sus bailes y percusiones. Un gran hallazgo, otro más de este viaje...



La tierra sabe a polvo, cebiche y humedad...

Pequeñas disquisiciones Lafforetianas

En el 2007 hice varios nuevos amigos. Eso por sí solo es algo muy bueno, uno se va acostumbrando a que con el tiempo, empieza a perder amigos (o a distanciarse de ellos mejor dicho) más que a ganarlos. A afianzar amistades. Lo mejor es hacer amigos nuevos. Descubrir en otros las pasiones y las locuras que mueven a la gente.
Me detengo acá en uno en particular, no porque sea mejor o peor que los demás, sino porque se me apareció en un sueño. Y la verdad es que el sueño me plantea dilemas que también han sido parte de nuestras conversaciones, que si de algo se puede estar seguro, es que no tienen destino conocido.
Estaba con Rodrigo en Brasil. Sin plata, cansado, con sueño, con calor y con mucho por delante. Y acá es donde se abre el naipe. La distancia que teníamos que recorrer era muy grande. Para llegar a un lugar que no sabíamos que era, pero que teníamos la certeza que era nuestro destino, al menos por ese momento. El camino era en blanco y negro, lleno de gente en blanco y negro. Lleno de puestos y carritos, era como las calles del saara en rio, pero mucho más largas, y al final se veía que estaba el mar. El calor estaba terrible, y caminar ya se hacía muy pesado.
Paramos en un puesto, era de dibujos. Nos detuvimos primero a ver unos dibujos en tinta china, blanco y negro. Los dibujos eran de vías de trenes, eran tramas de durmientes, en formas regulares, con trazos idénticos, pero de una belleza sublime. Nos deteníamos en este lugar por un buen rato. No teníamos plata para comprar nada, pero lo curioso es que el carro estaba solo, no había nadie a quién preguntarle por los dibujos, o por último, pedirle que me regalara uno. Después venían los de los trenes. Trenes viejos, de esos de metal bien negro. Ese tenía que ser nuestro transporte, al menos dentro de nuestras mentes.
Los trenes nos empujaron a caminar, ahora las cosas eran en colores, y el verde y la luz hacían que se sintiera más fresco. Nunca llegamos al mar. Creo que ahí me desperté.

1/18/2008

Verde con gris (o era plateado)

Sueño extraño. Una tónica que venía en una lata gris con verde olivo. Que al parecer provocaba sensaciones muy especiales en quienes la tomaban. El trago tenía un nombre con dos palabras. Ya no lo recuerdo. Me imagino que se acercaba a algo parecido a un vodka tónica. Era muy difícil de conseguir, al menos eso se percibía. Los dos envases eran muy parecido. Verde con gris, o plateado. Estos sueños me están dejando cada vez más loco. Las vivencias son muy reales, las personas también. Dos latas se unían y formaban la bebida. Verde y plata.

1/08/2008

Dos caras


Nunca he logrado entender del todo por qué la gente quiere tanto a Lennon en lugar de a McCartney. Y ahí surge la duda. Que chucha hizo el pobre de Paul para tener que vivir durante el resto de su vida con el mote de Beatle Nerd contra el ultra cool de Lennon. Acá no es que me quiera poner la camiseta por ninguno de los dos, porque la verdad de las cosas, para mí, son los dos unos genios.
Sin duda que la trágica muerte de Lennon lo sitúa en un lugar diferente. Quizás si se moría de un paro cardíaco nada de esto sería lo mismo. El pobre de Paul debe haber pensado esto varias veces en su vida. Justo la mala suerte de que a Lennon lo maten de esa forma, y junto con eso, le colgaron automáticamente a McCartney el cartel secundario. Es difícil ponerse a esa altura. Quizás le dio por pensar en algún suicidio tormentoso. En realidad no creo.
Todo esto sin considerar la música. Paul ha hecho muy buenos discos, incluido el último, pero no hay caso. No agarran vuelo, no van más allá de un pop bien sueltito. Lindas voces y algunas melodías agradables, pero la sombra te pesa Paul, en tu música se ve que sientes que nunca serás Lennon.
Estúpidas reflexiones para ponerse a pensar en todo lo que nos rodea, en todos los ladrillos que a diario vamos echando en la mochila simplemente para no perder la costumbre de llevar más peso en la espalda. Siempre más, total, de esa forma, va a ser más fácil culpar a alguien de la demora.
A mí me pasa eso, a veces. No logro poner bien el peso y se me va todo a la mierda. No se rata de volver a empezar, sino de saber poner las cosas de nuevo. El equilibrio es mejor.
Y bueno, como para retomar la línea y darle un mejor aspecto a todo esto, debo decir que por más que mucha gente se empeñe en demostrar lo distintos que eran estos dos tipos, incluidos ellos mismos en varias peleas, cuando se juntaban no había otra cosa que pura magia. Como las pequeñas sociedades que hablaba el Flaco Menotti, con un par de miradas todo estaba resuelto. No tengo como subirlo ahora, pero en el disco que se lanzó para los nosecuantos años de Let it be, en el disco 2, el de las rarezas (hablan hasta de hacer una tocata sobre el nilo, en un barco) hay un tema que se llama because i love you so, donde improvisan juntos. Lo escuché la primera vez y me quedé helado. Será porque me gustan total e irracionalmente los Beatles, pero ahí me dí cuenta de varias cosas. Quizás no se tragaban mucho, pero uno al lado del otro era como completar la parte faltante. Sin dudas ni desconfianzas. Todo lo demás queda en otro plano. Voy a tratar de conseguir este tema para subirlo.

1/04/2008

Más fuego

2008

El fin de año me atrapó desde una ventana. Me agarró, en medio de una lluvia de explosiones y emociones. Quisiera poder explicar mejor todo esto, pero no resulta fácil.
Como puse en el post anterior, a mí me gusta el cambio de año, me gusta poder volver a empezar, me gusta la carga simbólica que tiene el avance en el tiempo, pero con el calendario en la mano, como una forma imposible de no ser observada.
El tiempo avanza de múltiples formas, algunas más lentas que otras. El calendario avanza a su propio ritmo siempre, o acaso nadie ha sentido el paso del tiempo con sus caprichos, a veces más rápido, a veces una eternidad en apenas un par de minutos, que parecieran no avanzar jamás. Pero al final del día, siempre hay un nuevo número, siempre uno que pasó y que va quedando atrás. Puede volver, siempre, en forma de recuerdo...
Ahora el año termina en 8. Recuerdo bien los años terminados en 8, porque mi cumpleaños también es el 8, y siempre me ha gustado pensar que son años especiales.
El ´88 lo pasé en Pichidangui, cumplía 11 años. Me regalaron una caña de pescar, un par de paletas y tres cajas de bombones, una de las cuales se las comieron al momento de haber sido regaladas. Mi viejo hizo un asado en la casa de mis tías, cuando todavía eran cuatro casas en el terreno (ahora son tres, mi tío la vendió). Lo pasé muy bien, era mi segundo veraneo en Pichidangui, el año en que mi abuela le regaló la casa a mi vieja. Veníamos desde Argentina a pasar todo enero acá. Ese año vinimos en avión, lo cual fue también una gran experiencia. Un par de años después, este país al que venía de vacaciones, pasaría a ser mi lugar, hasta ahora.
El ´98 en la casa de La Reina, fue muchísima gente, no recuerdo los regalos, pero estaban Luciano, Hernán y Diego, mis amigos de Argentina. Ese es un regalo más que suficiente. Estuvimos bailando hasta el amanecer, hasta quedarnos dormidos. Nos bañamos en la piscina, y seguimos bailando. Esos veranos en la casa de La Reina eran memorables. Diego tiene ese cumpleaños filmado, hay fotos también. El video es felliniano. Termina con el camarógrafo (la camarógrafa parece, creo que era Luciana) en el suelo, filmando a los dormidos en el living, y acto seguido, empieza a caer, hasta dormirse también, con la cámara encendida.
Ahora son 31 años, y veremos que pasa con el 8 en esta ocasión.
En esta ocasión, el regalo lo dejo yo, en forma de video... no es el de aquellas vez, pero tiene magia por montones también.