12/19/2006

post 29

Me preparo calmadamente a vivir el nuevo año. Navidad, año nuevo y cumpleaños. Como si esto fuera poco, también le agrego aniversario, lo cual hace un cóctel con suficientes grados para voltear a un elefante. Depende de como uno se lo tome en realidad. El del año pasado fue más extraño, lejos, con frío ambiental y poca luz. El nuevo año fue recibido en Barcelona, con un buen banquete, con buena gente y con baile hasta que la hora empieza a pedir desayuno. Esos días marcaron muchos recuerdos, y una caravana intensa que no quería parar.
Siguió la ruta. París fue un buen lugar para saludar mis incipientes 29. A nadie se le podía ocurrir que los franceses no acostumbran comer torta, así que las velitas se apagaron en un pastelito nomás. El rigor de la vida de turista no dejó mucho tiempo para la reflexión ni para el típico flashback cumpleañero. Tampoco hubo mucho baile esta vez. La ansiedad y los ojos abiertos absorbían todo a su paso, y el cumple pasó colado entre tantas sensaciones.
El aniversario nº1 nos agarró más que agotados, en la parte final del viaje, cuando ya la vuelta es una realidad, aquella que en los primeros días parecía tan lejana que no llegaría nunca. Un salud sincero, y la tranquilidad de haber pasado momentos increíbles.
Ahora las cosas son distintas. Habrá mayor tiempo para pensar en los panoramas, habrá torta y velitas, serán treinta los años para mirar el mundo, los que han pasado.
Esto vendría a ser como el inicio de todas las reflexiones que se me vienen encima. En un par de semanas podré saber que se siente tener 30.

12/10/2006

Origen

Escribo escuchando desde mi ventana las hélices de los helicópteros y las bocinas sordas de quienes aún estallan tratando de comprender la magnitud de lo que esto significa. La ciudad está viva y arde por sus rincones. La gente está ya en sus casas, pero sus corazones laten con fuerza. El dictador ha muerto, y todavía no se como procesar lo que está pasando. En la tele empezaron los programas y se escucha su maldita voz como una metralla. Hasta cuando tendremos que escuchar su arrogancia y soberbia. Hasta cuando tendremos que soportar a quienes se derriten ante esa soberbia. Chile se deshace de sus porquerías. Me pregunto si será el origen de algo distinto. Si ahora se podrán soltar las amarras, si se podrá construir otro lugar sobre las cenizas de tanto sufrimiento y opresión.
No puedo tener mucha claridad con lo que está pasando. Lo único que se, es que mañana será un día distinto. Mañana se repartirán flores y sonrisas. Mañana no será nunca más igual.
El final no fue el que esperaba. Ojala entonces el origen sea el que lo borre todo, y de ahora en adelante, el camino se muestre abierto y amplio. Para allá voy.

12/05/2006

Manija

El otro día en uno de los habituales momentos de amplias y variadas disquisiciones (divagaciones, disgreciones) sobre la vida me puse a pensar en algo bastante obvio, que es que el camino que uno se va haciendo es fruto de un sinnúmero de decisiones, de disyuntivas y cosas así. Siempre quedan opciones latentes en el aire (o en el entorno, diría Luhmann). El punto es que iba en la micro, y la metáfora que me alumbró la existencia son las manijas. Depende de que manija te agarres el destino que vas a tener. Y ahí empezó la sombra de la duda, que ya más que algo esporádico, es como la voz de la conciencia.
¿Me habré agarrado de las manijas correctas?
Siempre que empiezo con esas preguntas voy viendo que las respuestas no son del todo satisfactorias, que quizás sí, que quizás no. En fin.
Algo que aprendí de mi terapeuta es que esas preguntas no sirven para nada. Que las respuestas no son nunca suficientes, y es más, que ni siquiera son válidas, porque no tiene sentido perder el tiempo en pensar las cosas que podrían haber sido, sino que lo mejor es ocuparlo en lo que hay, y en cómo mejorarlo, en el caso que corresponda.
En resumidas cuentas, lo de la manija es una reverenda pelotudez podría decirse, ya que con lo dicho, no tendría mucho sentido. Pero no es tan así. La verdad es que guardando las distancias y con un siempre bienvenido sentido de mesura, es bueno hacer una revisión de ciertas decisiones.
Las mías me dejan contento, en general. Hay cosas que me gustaría haber hecho, o metas que me gustaría haber logrado, pero tengo claro que algunas implicaban dejar de hacer otras, y no se que habría dejado de hacer.
Me habría gustado jugar más hockey. Y mejor. No haberme quedado en la lesión ni ponerla como excusa para no querer ir más allá.
Me habría gustado viajar más.
Me habría gustado estudiar afuera. (Las últimas dos no valen, porque todavía las puedo hacer).
Me habría gustado tener más tiempo a mis abuelos, o haber pasado más tiempo con ellos.
Me habría gustado no dejar tantos amigos en el camino, o gente a la que quiero, pero que nunca más volví a ver.
Me habría gustado jugar mejor al fútbol, aunque tan malo no soy.
Me habría gustado cantar mejor (cantar en realidad, porque canto como las pelotas) y tocar piano.
Bueno, como ven, muchas cosas. Algunas son alcanzables, otras quizás no. Algunas serán siempre deseos y otras ilusiones.
A pesar de todo esto, la lista de las cosas que tengo es infinitamente mas grande.
Tengo una familia maravillosa, una mujer que me entiende y unos hijos que me adoran.
Tengo amigos de oro, y se que los voy a tener hasta que me muera.
Tengo buenos oídos, buena cabeza.
Tengo un perro que me hace caso.
Cocino bien.
Disfruto de la vida, a veces menos de lo que me gustaría, pero disfruto bastante.
Tengo proyectos, ideas y ganas.
Soy un buen papá, dicho por mis hijos, no por mí nomás.
Y bueno, eso. Cargo también con una mochila de inseguridades, que a veces pesa más de lo soportable, pero que también se suele aligerar cuando lo necesito. Eso es parte de mí y ya entendí que no tengo nada que hacer por olvidarme de ella, sino más bien, aprender a llevarla como corresponde.

PD: como ya se que hay gente que lee las cosas que escribo, no estaría mal que alguna vez dejaran algún comentario.