9/26/2008

La primera flor de mi jazmín


En ocasiones me gustaría ser Jean-Baptiste Grenouille, no por sus psicopatías, sino por la capacidad de poder guardar los olores. Este es el protagonista del El Perfume, excelente novela y pésima película.
Hace ya bastantes años que planté en la reja de entrada de mi casa unas enredaderas. El objetivo era tapar la reja. Nunca supe que las plantas que compré eran jazmines. Con los años fueron tomando cada vez más lugar, entregando un regalo impensado cada primavera. Sus flores, y su perfume.
Estos son días especiales, las flores blancas que son una belleza y el perfume invita a quedarse afuera de la casa. Por eso envidio a Grenouille, no por sentirle el olor a todo lo que lo rodea, sino por su método. Quiero guardar el perfume de mis jazmines, y no se como.
Como soy un tipo estructurado por sobre todas las cosas, aunque me esfuerce por encontrar mi lado más místico, siempre vuelvo a las categorías y a las clasificaciones. Sin embargo, tengo también algunos rincones en los que me abandono a los sentidos. En este caso no se donde poner este perfume, no sé lo que me evoca ni hasta donde lo seguiría. Menos sé como llevármelo. Sólo se me ocurre dejarlo en algún lugar de la memoria, y volver a sentirlo cada vez que pueda.

9/24/2008

Songoro Cosongo

El nombre no refiere a Nicolás Guillén, no al menos de manera directa. No tendría más propiedad para hablar de ese libro que un viejo archivo mp3 que bajé de internet en mis primero años de internet (uff, como por el 93), en conjunto con otras lecturas de Cortázar, el discurso final de Allende y otros materiales de corte revolucionario que me movían en esos tiempos. No es que ahora no sea revolucionario, pero al menos antes quería cambiar el mundo con ideas distintas a las que tengo ahora.
Me desvié un poco. El nombre del post, en este caso, es el de la banda de mi amigo Arturo, que me hizo conocer también a otros grandes amigos.
El martes tocaron en la sala master y aún se me mueven las patas, no se si por emoción o por falta de sueño, o exceso de cerveza, o ganas de seguir bailando. O todo lo anterior.
Los caminos siempre se tuercen, a veces para bien, a veces para mal. En este caso, agradezco y me conmueve haberme cruzado en este camino, haber cumplido una promesa que no recordaba haber hecho, y que ahora que la recojo, me emociona. Los abrazos son sinceros y los sentimientos ya están guardados.
Este sábado van de nuevo, esta vez con el Inti, en una vuelta más de esta loca carrera que ojalá no se acabe.
Dejo el myspace, para los incautos que leen este blog y que quieran escuchar buena música. Si pueden, quieren o si se atreven, vayan el sábado al cine alameda. Y para mis queridos lectores del otro lado de la montaña (que también es mi lado, ojo), lo pueden ver allá también, vean las fechas en el myspace.
Todavía se escucha... Songo no se va.

PD, este es el post nº 100, debo celebrar?

9/14/2008

Puerta 13

Ya tengo aburridos a mis amigos de contar las mismas historias. Como ya no me acuerdo muy bien, cada cierto tiempo tengo que pedir que me avisen si es que estoy contando algo de nuevo. Finalmente, debo decir que me da lo mismo, y continúo. Total, lo paso bien contando las historias, y como soy también un poco mentiroso, es posible que nunca un final se parezca al anterior.
Esta introducción va entonces porque voy a hablar de una historia reciente que no me canso de contar porque me parece muy pero muy notable.
El otro día, que jugaba chile con Colombia, yo iba a ir al estadio con el gordo, que anda acá en chile. Resulta que el gordo me tenía que llamar para que nos pusiéramos de acuerdo para encontrarnos en el estadio. El asunto es que el godo perdió el teléfono y no me llamó. Encima, empezó a llover. El dilema era entonces si me iba al estadio, con lluvia, a ver si encontraba al gordo entre 12 mil personas, algo a todas luces bastante improbable. Con muchas cosas a favor para decidir no ir, finalmente pensé en que me podía arrepentir y fui nomás. Como ya he dicho muchas veces, prefiero arrepentirme de hacer algo que lamentarme por no hacerlo.
Por lógica, pensé, voy a entrar por la misma puerta del otro día, a ver si encuentro al gordo. Pero esa puerta ya estaba cerrada. Me fui a la de al lado. Cerrada también, así, corriendo a esas alturas, porque ya era tarde, me metí en la siguiente puerta. La número 13, que era la que usaba de cábala cuando iba a ver a la U de pendejo.
Entregado a esas alturas a ver el partido sólo, y rezando para que no se pusiera a llover de nuevo, subí por la escalera de la izquierda, estaba todo lleno y miro para arriba, y al primer huevón que veo es al gordo. No lo podía creer, nos abrazamos, y fue como el primer gol de la noche. Después vinieron 4 más.
Esto es no puede ser visto como algo normal, por eso lo cuento y lo cuento, porque habla de esas casualidades que no pasan desapercibidas. En ese momento para mí hubo magia, y seguirá habiendo, siempre. Es cosa de esperarla.
Otro día cuento cuando me encontré con un amigo chileno en Buenos Aires, dos veces en dos días seguidos y en lugares distintos, ambos sin previo aviso...

9/11/2008

AM

Una micro que no para, que no quiere parar.
Un camino de tierra, de polvo, de barro.
Una moledora de autos circular.
Yo adentro de uno de los autos que va a la moledora.
La moledora, sólo da vueltas, no mata.
Angustia de no poder parar.
Cojera para caminar.
La actriz.
Las hermanas del gordo y sus amigos, todos muy lindos.
Las hermanas del gordo y sus amigas, todas muy lindas.
Chofer moreno, gordo y malhumorado.
El gusto a fritura en la boca.
Milanesas mal hechas.
Día caluroso y húmedo.
Noche calurosa y húmeda.
La pobla, la miseria y el miedo.
Flores.
La gente que no se levanta.
Short, polera y pies descalzos.
Una cuerda.
Una sirena que suena bajo, pero que no para.
Mi quinta sin mi gente.
Agua.

Después de leer esto van a pensar que estoy loco. A veces yo también lo pienso. En algún minuto tuve la intención de escribir lo que veía y lo que me pasaba en mis sueños. Siempre y cuando los recuerde.
Lo de arriba es una sucesión de imágenes, todas en mi mente, que no logro conectar, de lugares a los que voy. De lugares que me parece haber estado. De lugares a los que ya he ido más de una vez. Parte de mi mundo, aquel en el que a veces tengo la suerte de poder volar.

9/01/2008

El sentido de la vida

Hace unos días fui convocado a una interesante actividad en la cual iría en la búsqueda del sentido de la vida. Así de directo.
El contexto es algo más amplio, y no era sólo para mí. Parece que no soy el único que necesita una brújula, porque en la invitación estaba toda la gente de mi trabajo, que no son pocos.
Como soy una persona que con el tiempo he aprendido a pelear hasta por las cosas más pequeñas, y sobretodo porque en este caso la actividad tenía carácter de "obligatoria", mi lado rebelde se opuso terminantemente a asistir. Por lo demás, la actividad en cuestión no era más que una charla.
Pero después de mi negativa me puse a pensar que estaba poniendo en riesgo mi propia vida, y que si no iba, tenía que buscar entonces mi propio sentido de la vida. Luego de unos instantes de reflexión profunda, decidí fabricar mi propia brújula y salir a buscar por mi cuenta el sentido tan anhelado...
Se me ocurrieron varias cosas, que claramente tienen que ver con las ideas medio torcidas que a rato pasan por mi cabeza. Algunas de ellas...
- Escribir un manual de autoayuda, no hay nada más significativo que ayudar a los demás, aunque no se me ocurre como podría hacerlo, pero sin duda que sería una experiencia, al menos, hilarante y delirante.
- Cuidar mejor mis plantas, o lo que queda de ellas. Tenía unas plantas muy lindas que con mucho cariño me regaló mi madre, pero aunque las regaba, se me empezaron a secar. Tengo la impresión de que si se te mueren las plantas, el sentido de la vida corre peligro. Ojalá no sea así, porque si no estoy condenado (puta que es complicado que no se mueran las plantas).
- Hacerme vegetariano, como que eso tiene sentido, no?
- Ir en la búsqueda de dios (sin explicaciones)
- No me acuerdo más.
Finalmente, luego de el arduo ejercicio de tener que darle sentido a mi vida, debo decir que aunque me costó lo encontré, en un lomito italiano, con ají verde. Ahí me puse feliz.
Como se que abandono mi pudor y que tengo unos pocos pero fieles lectores, los invito a que me digan que se les ocurre para encontrarle el sentido a la vida, y que me dejen comentarios. Si escribo mi manual de autoayuda los pondré en los agradecimientos.