9/14/2008

Puerta 13

Ya tengo aburridos a mis amigos de contar las mismas historias. Como ya no me acuerdo muy bien, cada cierto tiempo tengo que pedir que me avisen si es que estoy contando algo de nuevo. Finalmente, debo decir que me da lo mismo, y continúo. Total, lo paso bien contando las historias, y como soy también un poco mentiroso, es posible que nunca un final se parezca al anterior.
Esta introducción va entonces porque voy a hablar de una historia reciente que no me canso de contar porque me parece muy pero muy notable.
El otro día, que jugaba chile con Colombia, yo iba a ir al estadio con el gordo, que anda acá en chile. Resulta que el gordo me tenía que llamar para que nos pusiéramos de acuerdo para encontrarnos en el estadio. El asunto es que el godo perdió el teléfono y no me llamó. Encima, empezó a llover. El dilema era entonces si me iba al estadio, con lluvia, a ver si encontraba al gordo entre 12 mil personas, algo a todas luces bastante improbable. Con muchas cosas a favor para decidir no ir, finalmente pensé en que me podía arrepentir y fui nomás. Como ya he dicho muchas veces, prefiero arrepentirme de hacer algo que lamentarme por no hacerlo.
Por lógica, pensé, voy a entrar por la misma puerta del otro día, a ver si encuentro al gordo. Pero esa puerta ya estaba cerrada. Me fui a la de al lado. Cerrada también, así, corriendo a esas alturas, porque ya era tarde, me metí en la siguiente puerta. La número 13, que era la que usaba de cábala cuando iba a ver a la U de pendejo.
Entregado a esas alturas a ver el partido sólo, y rezando para que no se pusiera a llover de nuevo, subí por la escalera de la izquierda, estaba todo lleno y miro para arriba, y al primer huevón que veo es al gordo. No lo podía creer, nos abrazamos, y fue como el primer gol de la noche. Después vinieron 4 más.
Esto es no puede ser visto como algo normal, por eso lo cuento y lo cuento, porque habla de esas casualidades que no pasan desapercibidas. En ese momento para mí hubo magia, y seguirá habiendo, siempre. Es cosa de esperarla.
Otro día cuento cuando me encontré con un amigo chileno en Buenos Aires, dos veces en dos días seguidos y en lugares distintos, ambos sin previo aviso...

2 comentarios:

yus dijo...

es q yo creo q no la cuentas bien pos... ahora sí q me parece una historia de la twilight zone, casi un episodio producto del acelerador de particulas, un suspiro entre dos nadas...

te faltó contar q por eso nos quedamos sin cancha...

sí, soy pesada.

Mariano Rosenzvaig H. dijo...

Bueno, siempre he sido un desastre para contar chistes, o un virtuoso para arruinarlos, no se. Prefiero lo segundo. Quizás acá quedó mejor.
El instante de magia hizo que se me olvidara que después tenía un recital al que llegué sobre la hora y no pude entrar a la cancha. De la tribuna se veía bien, pero no es igual.
Sí, eres pesada