4/06/2009

Pepe


Bueno, la verdad es que este post debería ir en mi nuevo proyecto de blog, que por más que suene del todo lógico, no se me había aparecido con la fuerza que esperaba. Por si se necesita mayor claridad, lo que me invadió con mucha fuerza fue ponerme a escribir de fútbol, por más que este espacio también tiene algunos posteos futboleros.
El título está más claro que el agua. Este fin de semana tuvo un momento muy dulce. No sólo porque Lanús, mi equipo, por el que desvivo, por el que me he colgado del techo con un alambre para agarrar alguna radio donde escuchar los partidos, por el que he llorado de rabia y de alegría, dio una muestra más de fútbol paseando por el sur a Independiente. Placer por gastar a mi amigo Hernán, que de chiquito me hizo sufrir con títulos y copas internacionales que me refregaba en la cara, pero que ahora viene adentro del ataúd hace rato. Y por último, contento por el Pepe Sand, que metió una cuarteta de antología, para sumar 53 goles en menos de 80 partidos.
Seguimos punteros, está difícil, pero podremos tropezar, pero igual salimos para adelante.
Durante el día no tuve mucho tiempo de disfrutar esto, mi trabajo me absorbe bastante, no lo suficiente para matarme, menos mal. Después de una larga jornada tenía partido con mi equipo, Grito de Gol, que viene bastante de capa caída, flojo en las convocatorias y con más panza que fútbol. Fuimos a jugar, llegamos con lo justo, apenas con un cambio, contra un equipo armado que nos ganó por bastantes goles, pero muchos menos de los que nos podrían haber hecho. Los muchachos corrieron como hacía tiempo no los veía, salieron todos empapados, y se vió algo del espíritu que tanto me gusta de este equipo. Más mística que fútbol, más huevos que talento. Perdimos, pero salí contento, corrí, me tiré al piso, pegué y recibí patadas, pero de las que no duelen. Después me quedé sin aire, pero los muchachos del otro equipo me felicitaron. Y ahora estoy tirado en mi cama, y sin entender muy bien por qué estoy contento.
Gracias Pepe.