6/29/2007

Chutney de mango

Sobre los sueños.
El titulo, por sí solo, no es explicativo de mucho en este caso. Un chutney, por decirlo de la manera más corriente, es algo así como una mermelada. Bueno, ahora cabe la pregunta del por qué de este título.
A través de conversaciones a lo largo de mi vida, me he dado cuenta que no es tan corriente como pensaba el tener viajes oníricos largos y complejos. A mí me pasa muy seguido que tengo sueños que en mi mente duran mucho, que son historias complejas, algunas que continúan, y que al despertar me evocan diferentes sensaciones.
El título es entonces por un sueño que tuve hace poco. Soñé precisamente que comía chutney de mango, y el platillo en cuestión era tan rico que no no tenía recuerdos de haber vivido tal sensación de placer. Cada bocado era como una bocanada de aire fresco que me llenaba todo el cuerpo y me estremecía por completo.
Me desperté con una sensación extraña. Recordaba con precisa claridad muchos instantes del sueño, los colores, los aromas, los lugares. Si bien sueño mucho, no siempre los recuerdos son tan claros.
Tuve que preguntar como se llamaba esta especie de mermelada. Lo había escuchado, pero se me había olvidado. El círculo cerró perfecto, y la satisfacción es también total de poder atesorar estas cosas.
De sueños podría hablar mucho. Tengo varios de cabecera. No se si alguna vez han experimentado la posibilidad de volar. Yo sí, y a juzgar por lo que se siente, debe ser también cercano a la realidad. Eso lo he soñado muchas veces. Elevarse por el aire y flotar es la sensación más inigualable que se pueda sentir. O acaso alguien me podrá decir que no lo he experimentado. No digo haberlo vivido porque está más que claro que no es así, pero no está tan lejos.
Cuando era chico soñaba muchas veces que caía al vacío. No era una sensación de angustia, más bien era una caída sin fin. La primera parte daba un poco de susto, pero después era una sensación buenísima, con un hormigueo en todo el cuerpo que al rato no quería que se terminara más.
También he soñado con lugares que no conozco. Casas. Edificios. Lugares en los que claramente no he estado, pero que me parecen familiares, en los que no me siento extraño. Es raro, muchas veces, en la vida real me ha pasado que llego a un parte y me parece que la conozco, o una persona. Debe ser que las he visto en mis sueños.
No todo es color de rosa. He tenido también pesadillas terribles. Han sido pocas, pero muy marcadoras. Principalmente muertes. han habido dos muy fuertes. Una cuando era muy chico, con Drácula como el protagonista más malo que he visto jamás. Me amenazaba con echarse a mi hermano, arriba de un árbol, cosa que yo no podía ayudar ni evitar. No lo pasé bien. Era chico, unos 7 años, estaba en un camping, en verano, en una carpa, en la oscuridad de la costa de Ostende, un balneario cerca de Villa Gessell, en la costa de Buenos Aires. Todavía recuerdo la cara de Drácula con mi hermano en sus brazos.
Con esto estoy dando material para que me analicen por completo. Creo que un psicoanalista me podría estar viendo en pelotas, pero en fin. No hay mucho que esconder, creo que en todo lo que he escrito he seguido la misma línea. Abrir más que cerrar.
Para otra entrega dejo el mejor sueño que he tenido. El que todo futbolero quisiera, con el Diego de protagonista. No porque no lo quiera escribir ahora, sino porque se merece un post individual. Aguante Diego.

6/19/2007

Rockstar

Yo tuve una banda. Y no es una exageración decirlo. Durante dos o tres años tuve una agitada vida acompañada de mis congas, que iban para todos lados.
Créanme que no es un tema menor andar por la vida con instrumentos de mediano-gran tamaño. Subirse con un par de congas a una micro es toda una experiencia. Uno pasa a ser como el hombre orquesta, porque todo el que te ve piensa que te estás subiendo a tocar, pero en mi caso no fue así, debo decirlo. No me imagino a los ejecutantes de instrumentos de gran tamaño (graaaaan tamaño) como contrabajos, trombones u otros del estilo. Recuerdo de alguien que una vez me contó que conocía un contrabajista que se cambió a vivir al lado del club de jazz, para no tener que sufrir con el contra a cuestas... a eso me refiero, obviamente que en una escala menos, pero algo así.
Mi relación con la música (en este caso, como músico) no pasó más allá de ser un hobby que con el tiempo fue agarrando más seriedad, al punto que tengo la certeza de que varios momentos de los que viví los voy a guardar por mucho tiempo.
Mi banda se llamaba SonBolero. En su primera etapa experimental se llamó Los Genitales. Como su nombre lo indica, empezó como una joda. De hecho el nombre iba acompañado del slogan. Tocamos como el pico y sonamos como las huevas. En la segunda etapa, nos tomamos las cosas algo más en serio, y obviamente esto implicaba también cambiar el nombre a uno más decente. Así surge Sonbolero.
Teníamos un repertorio eminentemente latino. Como su nombre indica, Sones, boleros, guajiras fueron saliendo de nuestros instrumentos.
Sonábamos bien.
Debo decir que toqué para más que mi familia, y en escenarios más grandes que el living de mi casa. Aunque el género no favorecía romper guitarras ni teñirme el pelo, me daba para pasear, al menos por un rato, con un aire de estrella de rock (porque estrella de son no queda bien, en realidad). Tuvimos tocatas muy buenas, y lográbamos tener buena onda con el público, y así, de a poco, nos fuimos acostumbrando.
En un par de tocatas, al bajarse del escenario y mezclarse con la gente se siente un aire especial. Te ofrecen copetes, la gente se te acerca. En fin, lo más cercano a la fama que he tenido.
El punto máximo fue en una tocata que taloneamos a Ángel Parra Trío. Era en la Universidad Central y estaba hasta las pelotas de gente. Yo pensé que nos iban a sacar cagando, porque obviamente, no éramos a quienes esperaban. Todo lo contrario, tocamos más de una hora, no nos podíamos ir, nos pedían más temas. Todo esto con mucha cerveza por cortesía de los organizadores, y un escenario, que para nuestra humilde experiencia de tocar en bares y boliches, parecía como una cancha de fútbol. A mí me instalaron en una tarima en la parte más alta del escenario, al lado de la batería. Tenía 4 retornos para mí, y por primera vez me escuché tocando. Fue increíble.
Como decía antes, la verdad es que viví momentos muy buenos. Aparte conocí a uno de mis grandes amigos en la banda, al guatón, que lo invitamos a tocar con algo de desconfianza por su fama de carretero. Y bueno, no lo hizo nada de mal. El primer ensayo, en la casa de mi viejo, llegó con la caña del demonio. El coro de El pescador - anda con la luuuuna - fue rápidamente modificado por el nuevo por el más adecuado, - anda con la caaaaaña -. Luego de esa experiencia nos hicimos grandes amigos, y aparte que el grupo se fue para arriba. El guatón manejaba bien el asunto, y con el tres bien compay empezamos a sonar realmente bien.
Bueno, como toda banda llegó un momento en que la motivación bajó, y se tomó la decisión de cerrar el ciclo, obviamente con una tocata. Esta vez en La Marina, un bar que está es seminario. Bonito momento también, algo emotivo, sabiendo que era la última tocata.
Nos faltó grabar un disco. Tenemos uno, pero casero y que no suena muy bien. Fue antes de que tocara el guatón, por lo que registra otra versión de SonBolero, que no fue la mejor. Habría sido un buen recuerdo. Igual escucho a veces el que grabamos, pero me hubiese gustado que quedara registrada la etapa con el guatón. En fin.
Si tienen la posibilidad de tocar en una banda, háganlo, por más que no sepan de instrumentos, inventen, con ganas se puede.

PD, para otras entregas hablaré del inicio del grupo y de las tocatas que hacíamos con show y animación incluida, para 100 secretarias buenas para el hueveo, con doble de Ricki Martin, si lo sabe cante y una cantidad de huevadas increíbles.

Compañero

Hace poco estuvo de visita una tía. Viaja mucho, y de repente los aviones la pasan a dejar por acá, por uno o dos días. Mi tía, desde el punto de vista que se la mire, es realmente un personaje de culto. Tiene más historias que el Libro Gordo de Petete (ojo que esto no lo digo en sentido figurado, cuando era chico tenía uno). Pero este post no es sobre mi tía, uno para ella serían varias páginas y otro tono.
El asunto es que me junté con ella en un centro sindical, me invitaron a compartir un asado y unas copas con dirigentes y con afiliados de la confederación de gráficos. Gran ambiente, gente de buena cepa, que hace carne ideales y valores políticos que muchas veces se entienden desde discusiones y teoría, pero que cuesta elevar al plano de la vida, real y palpable. Obreros, operarios, trabajadores. Con esto no quiero hacer ningún tipo de apología, simplemente poner contexto a lo que quiero escribir.
Entre las personas que estaban en la sede, habían algunos dirigentes de otros lados. Había un nicaragüense y un sueco, que hablaba un inglés horrible y al que no le entendí mucho de lo que conversamos.
Pero aquí viene lo que me llamó la atención por sobre lo anecdótico (entre lo anecdótico incluyo el set de canciones, con el clímax de una versión de La Internacional a dúo en español y sueco, tomados de las manos, notable).
Al sueco había que traducirle lo que hablaban todos, los brindis, pasame el vino, me das una servilleta, cualquier cosa. Habían instantes más solemnes, donde habían algunos que querían hacer brindis y todos se callaban. Ahí surgían palabras profundas. Entre ellos se tratan de compañeros, con todas las letras bien marcadas, con una pronunciación fuerte, y con un sentido de pertenencia que ya se lo envidiaría cualquier club de fútbol.
Cuando le traducían al sueco, la palabra compañeros iba tal cual como suena, no era partner, companion, ni comrade, como uno podría pensar. Y el sueco, la escuchaba, y sabía perfectamente a que se refería. Eso, tan simple, fue lo que más me llamó la atención en esa noche. Ser uno más de los compañeros es algo mucho más grande que una palabra, y ciertamente desborda por completo su traducción.
La verdad es que lo pasé muy bien, no conocía a nadie más que a mi tía y a una amiga de mi prima que la acompañaba, pero a los demás es como si los conociera de siempre. Conversé de todo, de política, de fútbol, de historia. En fin, me sentí compañero, igual que todos los demás. Y no es una exageración.
Otro día escribo otras reflexiones respecto de las diferencias entre la ideología hablada y la que se vive.

6/05/2007

Silencio

Estoy ad portas de procesos que se vislumbran largos, silenciosos, inciertos. Obligan a mirar más profundamente las propias cosas, los rincones. Darse cuenta, empujar, seguir escondiendo.
No he escrito mucho últimamente, y lo anterior fue una reseña para Xabier. En fin, en unos días más vendrá la de Gabriel.
Las razones de mi silencio. No es falta de ganas, menos de voluntad. Las ideas no fluyen fáciles, la cabeza se va para cualquier lado. Estoy en una etapa desconocida. Creo que me tomaré un respiro. me temo que lo que escriba salga en cualquier dirección, aunque, nunca he buscado irme para ningún lado con este blog.
Quizás me dan ganas, quien sabe. Pausa.