3/14/2007

Devuelvan la Cancha

Guardo muy bellos recuerdos de los recitales que he tenido la suerte de haber visto en mi vida. No voy a hacer una lista ahora, no viene al caso, pero a mí, un fanático de los Beatles, haber estado al lado de McCartney, simplemente no tiene precio.
Todavía recuerdo toda la secuencia de ese día, y creo que la recordaré por mucho tiempo más. Primero no iba a ir, no se por que, empecé con eso de que McCartney no era los Beatles, que de solista lo conocía poco y toda una serie de justificaciones que iba poniendo. El día del recital, era un sábado, me desperté con un nivel de ansiedad galopante, ante la posibilidad de hacer realidad la estupidez de no ir al recital que podía ser el más significativo que fuera en mi vida.
La producción no había andado muy bien, y la venta de entradas no era gran cosa. Cristal sacó una promoción que por 3 tapas de cerveza y 5 lucas sacabas la entrada para cancha. Bueno, con mi hermano nos fuimos al supermercado de la rotonda atenas, que en ese tiempo era almac, y en un lapso de tiempo muy poco prudente nos tomamos las 3 cervezas cada uno y nos fuimos para el nacional. Habremos llegado como a las 2, y ya había bastante gente. Caminamos hacia el inicio de la fila, y gracias a un tumulto armado de manera gratuita por los señores carabineros, la gente se movió para acá, para allá, pasaron los caballos, y atrás de los caballos nosotros corriendo para quedar lo más adelante posible.
Ganamos como 3 cuadras de cola y nos dispusimos a cagarnos de calor por un buen rato. Esto era fines de diciembre o mediados de enero, no recuerdo, pero el sol te mataba. Cómo a las 4 abrieron las puertas y a correr.
Quedamos cerca de la reja de adelante, como a 10 metros. Ahí nos quedamos sentados, esperando que llegaran los bomberos para aplacar el calor de la muchachada. Los que saben de recitales reconocen el momento en que mojan los bomberos como la oportunidad ideal para correr hacia adelante y quedar en una mejor ubicación, sobre todo en el verano, que es realmente para re cagarse de calor estar ahí en la cancha. Estratégicamente agazapados esperamos a los chicos buenos. Dicho y hecho, llegaron las mangueras, quedó la cagada, corrimos y entre empujones logré poner una pata en la reja. Misión cumplida, ya estaba adelante, ahora sólo quedaba esperar.
Bajó el calor, la cancha se llenó, tocó un grupo de mierda de telonero, se vino la noche y la ansiedad estaba a mil. En el estadio había gente de todo tipo, jóvenes, viejos, de distintas pintas, pero todos con la misma cara de niño esperando su regalo de navidad atrasado.
El recital estuvo increíble, tocó un montón de temas de los Beatles, ahí nomás, a 3 metros de donde yo estaba, todo por 5 lucas y 3 cervezas. El recuerdo es imborrable, las caras de la gente, la alegría.
Me alargué bastante, pero este post tiene otro punto que tocar. Actualmente, no podría haber vivido esa experiencia. Los genios de las empresas de tickets de conciertos han decretado que ahora la cancha es un pedazo de pasto que está por lo menos a 50 metros del escenario, donde no se ve una mierda, se escucha mal y encima sale caro.
Hasta en los recitales más rockeros ponen millones de sillas adelante, con nombres rimbombantes como vip, gold o platinum. Por favor, el platinum dejenlo para otras cosas y el whisky tomenselo en la tribuna. A nosotros devuélvannos la cancha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace mucho que no voy a un recital, pero tengo muchos recuerdos de canchas y gentes apiñadas y calor y guerra de comida.
Eso sí, nunca vi algo muy decente. En ese tiempo tenía mis lamentables gustos púberes y fui a recitales tan extraños como patéticos: bon jovi, roxete, etc. De todas formas concuerdo con que las canchas deben ser para abalanzarse sobre el escenario y no para observar desde una incómoda y fría silla vip.

Buen blog. Seguro que muchos te leen aunque no dejen mensajes.