9/20/2007

Santiago

Yo vivo en una ciudad...
Sin ánimo de plagio, en lo absoluto, quiero escribir sobre Santiago.
Plagio me refiero porque lo de arriba es una canción. No se refiere a Santiago, sino a Buenos Aires. No la cantaba yo tampoco, sino Juan Carlos Baglietto. No es muy conocido, pero canta muy bien y tiene unos temas muy buenos. Una vez incluso estuve con él en la casa del Chino, un amigo, tomando mate y comiendo facturas. Piola el tipo, estaba Silvina Garré también. El viejo del Chino era sonidista y tenía un estudio. Por ahí pasaban varias bandas y se pasaba muy bien. Ahí ví hippies de verdad, los primeros pitos (que vine a cachar varios años después...), en fin, me desvié. Todo por culpa de Baglietto.
Lo que quería escribir es sobre Santiago, porque en estos días en los que el ritmo dieciochero sigue retumbando es cuando dan ganas de bajarse de la micro y caminar unas cuadras. La gente menos preocupada, el ritmo más lento. Más pausa y menos vértigo. Por eso me tomo las vacaciones en enero, para pasar febrero acá.
Lo curioso es que eso se contagia. El micrero anda de mejor humor, incluso hasta alguien te puede saludar en la calle, aunque sea con un gesto. Las sobremesas son más largas. El café se disfruta más. La vuelta a casa es menos tedio y más entusiasmo.
¿Cómo hacer para que esta sea la cara para ver a diario? Siempre me pregunto si será posible, si se podrá cambiar la imagen fría, seca y directa.
Santiago y su gente apurada, dentro de los cuales me incluyo, porque a pesar de que tenga mis pies a ambos lados de la cordillera, los tengo ambos bastante firmes. En eso no me mareo, soy absolutamente santiaguino. Es verdad que hay montones de cosas que odio y resiento, que se ven a diario, en cada esquina, pero no se si podría dejarlas atrás como si nada.
Vale decir que todo eso se olvida con una mirada de reojo a las montañas, en invierno, o mirar como se pone el sol en las montañas, tiñendo todo de rojo.
Ahí es como empezar de cero, perdón, y todo de nuevo.

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