9/04/2007

Sal Gruesa

Pocas formas, o escaso brillo. Más bruto, más burdo. Imperfecto, amorfo. Una vuelta, dos vueltas, sigue y nada cambia.
¿Es necesario depurar el contenido? ¿sirve de algo apurar el tranco?
La verdad es que no. En esta parada prefiero quedarme acá, porque los viajes que siguen llegan siempre al mismo lugar, quizás desde otros lugares, o por otros atajos, pero la llegada es la misma.
Estoy cada vez más loco con estas metáforas. Parece que aunque digo lo contrario, las vueltas me las doy igual.
Al menos en mi cabeza, siempre hay vueltas, nuevas miradas a los mismos lugares, pocos ganchos.
Desde hace ya bastante tiempo cocino con sal gruesa. Me gusta. Tiene otro sabor (o al menos eso me da la impresión). Cruje. Es dispareja, aparece en ciertas partes, sin aviso. Es más linda.
Salar con molinillo es distinto.
En fin, me siento en medio de divagaciones sin mucho sentido, pero de hace ya varios días que me da vueltas en la cabeza esta idea.
¿Como salgo ahora de esto? o es acaso una absurda necesidad de poner palabras para tapar otras ganas de hablar, de alargar otros silencios que de tímidos pasaron a llevar la batuta en este baile.
No se bien en qué estoy con esto. Me acerco a lo más simple, a lo original, a ver si desde acá se puede empezar trazar las líneas más derechas. O más claras, o al menos, más definidas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿qué cocinas exactamente? cuesta pensar en definiciones si la sal se vuelve tan irregular. me caes bien por eso: ... es lo más sencillo, pero al mismo tiempo cuesta más, lo de la sal, digo...

Anónimo dijo...

no crees?

Mariano Rosenzvaig H. dijo...

Si, esa es precisamente la gracia. Por eso prefiero también los diamantes en bruto, hay más espacio para lo escondido.
Cocino de todo, metiendo las manos, improvisando y aprendiendo.

yus dijo...

Dicen por ahí que si los viajes llevan todos al mismo lugar es porque hay que enfocarse el viaje y no el destino final... bue… siempre y cuando no se acabe la sal.

ah... el silencio me parece top y las líneas, mientras se vean, que estén chuecas puede ser una virtud.

Mariano Rosenzvaig H. dijo...

Sí, mi bisabuela decía que en una casa nunca puede faltar ni sal ni pan. En un viaje menos. Pero tienes razón, no hay que mirar tanto el destino. Me vengo a dar cuenta un poco tarde...