4/20/2007

Por que me gustan las cumbias

A menudo ocurre que a uno lo torturan sus propios placeres, principalmente aquellos que no están entre los que debieran calzar con el perfil, que uno con mucho esmero y paciencia se ha encargado de ir construyendo en largos años de vida. Entonces, si ponen una canción en la radio, de esas que uno no sabe si decir en público que te gustan, la patita se empieza a mover sola y hay que hacer esfuerzos para pasar disimulado.
Convengamos, es cierto, uno es lo que lee, escribe, escucha, etc. Rob Gordon decía que puede conocer a una persona preguntándole por sus cinco discos o programas de tele preferidos. Es una concepción un tanto determinista, pero altamente efectiva. Probablemente nos sirva para romper el hielo, pero ya sin ataduras, sin tensiones, nos podemos lanzar a hablar de verdad y reconocer todos los gustos culposos.
Bueno, por eso el título, porque en realidad, aunque mis gustos son muy amplios, por lo general vuelvo a lo mismo. Me gustan las cumbias, la salsa y el reaggetón (aunque de estos unos pocos nomás), algunas canciones románticas me han llegado a emocionar con su retórica, y una larga lista de cosas que mezclan lo cursi con lo obvio, pero que tienen un efecto directo al cerebro.
La pregunta que sigue es si entonces uno puede andar por la vida sin ponerse camisetas, o mejor dicho, con varias camisetas, algunas que se confunden al mismo tiempo. En mi caso, la única que es de total exclusividad es la de Lanús, el resto me las puedo cambiar sin importar mucho lo que digan los demás.
Es cierto, también me abandero, y hay cosas que jamás escucharé ni menos disfrutaré si lo veo o escucho a la pasada. Tengo particulares aversiones, por ejemplo, por los enanitos verdes. Realmente los aborrezco, y no han hecho nada bueno en toda su vida. En fin, lo mío con los enanos es claramente algo personal. Lo mismo me pasaba con sábado gigante, ahora ya no lo dan, pero antes, en la época en que no había cable, el sábado lo daban todo el puto día, y no se si fue porque crecí en otro país, pero nunca entendí que onda con el gordo francisco. Para mí era una reverenda cagada, pero otra gente podía pasar el día entero viéndolo.
Salvo estas excepciones, las opciones son siempre muchas, las posturas también, da un poco lo mismo la forma como cada uno las toma o las deja. El punto es el absurdo de la negación porque sí, o bien, porque no calza con el perfil. Una vez un gran amigo mío, profundamente marxista-leninista me comentaba mientras se zampaba un big mac, con porción de papas y bebida agrandadas, que lo suyo no era una contradicción con sus pensamientos ideológicos (lo suyo digo, el big mac), y me dijo con altura - Vos sabés como morfaba el viejo!!! (Obviamente, refiriéndose al viejo y querido Carlos Marx) Y siguió disfrutando.

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