7/11/2006

Gracias Winston

Haciendo una lectura absolutamente personal y lo más lejos posible de convertirse en una crítica, revisión, columna, apología o lo que se le parezca, procedo a rescatar a un proyecto de referente total de acá en adelante. Vayan a ver flores rotas. Aprecien lo que es una expresión vacía, llena de interrogantes que todavía ni se hacen, sin más que tres metros de profundidad en la mirada. Ese es Bill Murray, un capo. Da la impresión de que Jarmusch hizo esta película y ya tenía decidido el actor, aún sin tener guión.
Pero más allá de eso, de como actúa este tipo y de las lecturas que tiene la película, que me gustó mucho, quiero mencionar a Winston. Un actor secundario, que sin mucho por hacer, es el núcleo de la película. Es la voz dentro de Murray que le dice que se despierte, que salga y que vea. Que lo que ha hecho vale la pena, y que afortunadamente no todos lo ven como él se ve a si mismo.
Winston es como nuestra voz de conciencia, pero no esa que constantemente hace de juez siendo parte consistente del juicio. Y por lo general falla en contra. La que muchas veces queda relegada en la falta de voluntad, no pasa más allá de las ganas de hacer las cosas, que lamentablemente siempre llegan más tarde que los deseos.
Winston es la contracara de eso. En su cabeza está el camino, y sus ideas son sobre cuál será la mejor forma de recorrerlo. Y si se pierde, va de nuevo. Y si no llega, no importa. Repasa lo que hizo y le busca el lado bueno. Aprende de los errores para no volver a perderse. Buenísimo.
Un punto aparte por la música y la estética. Otro punto aparte por el montaje. Y un tercero por la cámara, por la escena final.

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