9/05/2006

Llaves

Las puertas se abren más de mil veces. Por igual cantidad de veces que se vuelven a cerrar. Eso podría ser una ecuación que deja siempre en el mismo lugar. Pensarlo así sería un enorme error.

Cada palabra empieza a construir todo de nuevo, peleando con los ruidos y con las amarras, que son ciegas, que no quieren ver. Que no se dan cuenta. Que somos nosotros mismos, los que atamos y los que quedamos atados. Que fácil sería poder deshacer y volver a empezar, no volver a tropezar, no caerse ni negarse a oír, no ver, dejar de sentir.

No es tampoco un abismo. Puede serlo, de los peores, pero eso será sólo por un momento. La puerta se vuelve a abrir, y esta vez, por más que no sea ni la primera, ni la mejor, ni tampoco la última, el camino se ve igual de amplio que las otras veces, igual de abierto.

Empiezo de nuevo a empujar el carro, aunque no estoy seguro si tomaré los mismos caminos. Más de alguno se repetirá, al menos hasta la próxima vez que vuelva a empezar.

No quiero dejar de mirar atrás. No quiero olvidar, y seguir adelante cargando con los mismos miedos, con la misma esencia. Sin esperar nada. Sólo seguir, y las llaves seguirán abriendo las puertas, y las cosas seguirán adelante. Y en el aire quedará mi voz y mi olor. Y cada paso será un día nuevo.

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