9/11/2006

Azul

Desde los secos parajes del norte asoman estas pocas y a veces silenciosas palabras. Silenciosas más por falta de ansiedad que por intenciones más profundas.

Hay momentos en los cuales vale la pena hacer un paréntesis sobre lo vivido. Abrir los ojos y respirar profundo, tanto que pareciera contener el mar en un solo aliento.

La claridad del cielo irradia con una sensata presencia. Marca en la tierra las huellas de lo que vendrá. Muestra los pasos andados, de manera más sincera y concreta que estas mismas palabras.

Llevarse un poco de esta energía basta y sobra. Cargarla no pesa, más bien libera y sostiene los pensamientos en sus lugares. Fija los ojos en un punto invisible, que se cruza constantemente en mi camino. Que no se ve, pero siempre se que está al alcance de la mano.

Cosas tan simples y a la vez tan lejanas e inalcanzables, que vuelven a ser de nuevo en un instante, en mi conciencia.

Reflexiones libres, cada vez más hondas, cada vez más presentes. Ideas que van y vienen sin permiso, que en su camino, en la mitad de sus viajes, van despejando el peso de lo vivido.

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