2/19/2008

Letra y Música




Anoche ví una película. En realidad, la terminé de ver, porque como ha sido costumbre en el último tiempo, me demoro como tres tandas en ver una película. Estas tres tandas pueden transcurrir en períodos de tiempo muy distintos. Puede ser un mes, tres días, una semana o un mismo día, pero a pedazos. Comentarios aparte respecto del método, que no es el ideal, pero que tiene altas dosis de funcionalidad en estas èpocas de cabezas dispersas.
Voy con la película mejor. Once se llama, es en Irlanda, y es sobre un guitarrista que conoce a una pianista. Juntos hacen una música muy bella que es la que no me permite otra cosa que repetir y repetir los temas en el winamp.
Parece que la descripción de la película queda corta con tan pocos datos. Creo que hasta ahora es el musical que más me ha gustado, aunque ésta debiera entrar a la fuerza en esta categoría. Es un musical sin duda porque el corazón de la peli son sus canciones. Todo pasa alrededor de las canciones, son las que cuentan las historias, las que tratan de llenar los huecos, las que dejan entrar. Las que sacan las sonrisas, las que emocionan.
El tipo, toca la guitarra en la calle, en Dublin, que dicho sea de paso, se ve muy bonito. En las tardes trabaja con su papá en un negocio de reparación de aspiradoras (vaccum cleaner, me gusta como suena). La tipa, es una inmigrante checa, que vende flores en la calle, y que pide permiso en una tienda de pianos para poder tocar (I can´t afford it, le dice al tipo cuando le pregunta porque no tiene piano). Lo del tipo y la tipa no es antojadizo, en la peli nunca dicen sus nombres. Y en los títulos son Guy y Girl.
A él lo dejaron, y su chica se fue a Londres. El esposo de ella, papá de su hija, está en República Checa. Ambos desencontrados en sus mundos entran en uno nuevo.
No sería una locura decir que este es el mejor musical que he visto. Musical distinto eso sí, con otras claves, con canciones potentes. Algunos excesos, pero tolerables. La historia se cuenta en las canciones. Se hace difícil poder contar la vida de una persona a través de canciones. Las canciones pueden mostrar un lado que no se ve cuando se conversa, cuando se camina, cuando se sientan a esperar la micro.
El mundo de ellos es bastante más desordenado, más sucio, menos belleza que lo que cantan. Canciones de amor, de lejanía, de esperanzas que se mantienen aún sin anclas.
No voy a contar que pasa entre ellos, para qué, lo que importa es escuchar al fin y al cabo. La historia que lo rodea es casi perfecta. A mí, al menos, me dieron ganas de estar ahí, aunque sea pidiéndole al gordo del bajo que me lo prestara un rato...
Dejo unos temas, vale la pena un rato para escuchar.



music player
I made this music player at MyFlashFetish.com.

2/04/2008

Normal

Tengo pocas cosas entre mis manos, y debo decir que muchas veces me cuesta también poder sostenerlas. Es un esfuerzo sobrehumano, que no deja descanso y que menos me da tiempo para poder pensar en otras cosas.
Tengo pocas cosas porque algunas ya se me fueron. Antes luchaba contra el tiempo para tratar de volver a agarrarlas, pero al final, entendí que hay que dejarlas ir. Así, tal cual. Prefiero invertir en las que me van quedando, o en otras que podrán llegar, haciendo caso omiso a la experiencia y a las malas artes.
Porque eso sin duda que no lo puedo negar. Tengo una inagotable capacidad de creer que por estas fugas sin nombre y sin memoria se va escapando también un pedazo de mi vida, que no quiere dejar de mirar atrás.
Por suerte he aprendido también que no siempre tengo que creer en mis ideas, que muchas de esas son resultado de una tremenda capacidad de construir edificios sobre la arena, vacía, liviana, volátil y dispersa.
De lo que me he ido guardando (que no es poco, en verdad exagero a veces) creo que lo puedo entender mejor. Lo puedo disfrutar más, me doy licencias que en otros tiempos eran inconcebibles. Los guiños de los demonios nunca paran, eso es una realidad, pero la diferencia es que ahora son mis amigos.
Todas estas cosas que pienso me hacen sentir extraño, me dan el reflejo de otra persona, distinta. A veces cansa sentirse raro de tan normal y simple. O será que mi percepción de normalidad es otra cosa, que ni siquiera conozco.
No soy normal, aunque me engañe al pensarlo.
No entiendo los chistes más simples. No puedo dejar de pensar en lo que me rodea. No puedo hacer todo lo que pienso. Tengo una relación lejana con los vicios. Me aburro con facilidad en lugares donde al parecer todos lo pasan bien. Hablo sin pensar. A veces tampoco puedo decir lo que pienso, pero lo sigo pensando. Pienso sin hablar. Lloro poco, casi nada. Me freno todo el tiempo. Soy mi peor enemigo casi siempre, aunque he aprendido a dar la pelea.
En resumen, prefiero seguir soltando cosas. Quizás lleguen nuevas ideas, algunas de las que sí puedo hablar, que salen solas. Que no las freno.
Total, lo que va quedando atrás es lo que me trajo hasta acá. Puede que me haga el indiferente, pero al fin y al cabo son mis huellas.