11/14/2006

Destructores, sensibles y cariñosos

Hay veces en que el lenguaje nos hace ciertos guiños extraños, y las palabras nos seducen más por su brillo estético que por su significado.
Lo que está puesto por título hace mención a eso mismo, mezclado con sensaciones y emociones. Surgió de boca de la profesora de Gabriel, explicando un taller que van a hacer. No me daré la lata de describirlo, simplemente quise recuperar esas palabras que quedaron dando vueltas en mi cabeza.
Con esto doy inicio a un nuevo posteo, con asociaciones libres acerca de cosas tan livianas, que de tanto volar llegan finalmente a ser el centro de las ideas.
Lo del título habla de virtudes, de las propias formas de observación sobre uno mismo, de las dificultades para poder darse cuenta cuales son los lugares a los que podemos llegar, los que pisamos a diario, los que miramos desde lejos, buscando alcanzar.
Un ejercicio simple, que comienza en sacar los prejuicios, en ver las cosas sin ataduras, enfocar la mirada sin miedos y dejarse llevar. Los resultados dependen de cada uno. Me sorprende que los niños sean capaces de mirarse y mirar a los otros como algo natural, que de adultos vamos desaprendiendo, o contaminando con muchas otras cosas.
Bueno, yo sigo con mis esfuerzos de volver a aprender, dándome cuenta de que no es un proceso fácil ni rápido, sino más bien, una forma de ver las cosas.
Me gusta, sirve como una forma de limpiarse, de mantenerse más activo.
En mi caso, no se si seré destructor, sensible o cariñoso, quizás a veces alguna, quizás todas. Mis virtudes y mis miedos están lejos de ser tan simples, no en un sentido negativo, sino todo lo contrario. Envidio esa capacidad de expresar el sentido en una sola palabra. Los niños pueden hacerlo, como algo natural. Yo trato y trato. Y en eso sigue la vida. Ahora más fluida, menos densa.

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